Desde llamadas con alta definicón por red 4G que no se pueden recibir sin tiempo aire e Internet, hasta algoritmos que no quieren permitirte decidir que ver en YouTube, una versión de Windows que funciona mal sin conectarse a Internet de vez en cuando y que pasado un tiempo obliga a comprar una nueva PC, aplicaciones mañosas y servicios que intentan atrapar tus datos para cobrar por acceder a ellos (como sí de un secuestro se tratara), interfaces de usuario con comportamiento agresivo diciendo qué debes hacer en cada momento, y cada vez con más impedimentos para trabajar o usar tus propios archivos de medios sin desviarte a servicios en línea... Y con un futuro tecnológico aún peor, lleno de abusos en los que hasta el refrigerador se convierte en servicio de suscripción, y con departamentos tan pequeños y con tantas restricciones de uso que podrían ser comparables con una celda de prisión. La nueva tecnología, lejos de ser la solución o siquiera ser razonable, sólo busca crear un medio para abusar de sus usuarios, inventar necesidades, y erradicar aquello que es realmente necesario.
La tecnología me ha decepcionado tanto, al igual que las figuras de modernidad y progreso que se erigen en el corazón de las ciudades, ese orden extremo tan limitante...